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cerritos nebulosos

PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE

“Lo que observamos no es la naturaleza en sí misma, sino la naturaleza expuesta a nuestro método de cuestionamiento”

Werner Heisenberg

Publicado: 2020-04-07


Entramos en la cuarta semana del primer período de cuarentena en nuestro país. Y digo primer periodo, porque es esta semana donde se termina de quebrar el mundo que conocíamos, la realidad a la que estábamos acostumbrados y pensábamos volver después de la cuarentena. Después de esta semana se nos hará más grueso el nudito en el corazón, por la incertidumbre que provocarán las nuevas noticias y las cifras del medio día. El miedo a revisar los mensajes por WhatsApp o llamadas irá creciendo a medida de que las cifras de contagios y muertes se hagan más grandes, y tendremos miedo porque no sabremos cuando recibiremos noticias que nos harán saber que algún familiar o amiga/o está contagiada/o, internada/o o muerta/o. Y de pronto nos invadirá la incertidumbre sobre el futuro más próximo.

Entramos en un momento de la realidad en la que nos hacemos insignificantes, en la que seguramente los cuestionamientos sobre nuestra historia como especie no estarán presentes, donde las frases como “no perder la esperanza” o “aprovecha el tiempo en casa” cada vez tendrán menos significado sobre nosotras/os, porque el dolor y el miedo nos mantendrá adormecidos. El teletrabajo y las clases virtuales empezaran a ser nuestra realidad alterna, frente a lo que sucede fuera de nuestras casas. Empezaremos a sobre exigirnos, frustrarnos y finalmente perder la motivación. En otros casos la ansiedad por saber si tendremos dinero para comer al día siguiente, o si nos coge el invierno más frío en Lima o sí el cambio climático sigue haciendo estragos en los andes y los bosques tropicales y no sabremos si tendremos cultivos para comer y vender, o simplemente no sabremos si sobreviviremos al virus o a los efectos del cambio climático.

Todo esto que les escribo son los sentimientos más ocultos y oscuros de nuestro interior, sentimientos reprimidos por la sobre exigencia a la que estamos acostumbrados para darle cara al futuro, donde está prohibido rendirse o mostrar tristeza. Pero son sentimientos que seguramente nos están invadiendo y de los que nadie quiere hablar, los que se ocultan tras las rutinas de ejercicios, las publicaciones en Instagram, de nuestro anhelo de volver a subirnos a un avión, de tomarnos una chela en nuestro bar favorito y bailar hasta el amanecer. Nos decimos una y mil veces “No podemos perder la esperanza” “saldremos de esta juntos” “volveremos” “Seamos positivos”.

Es cierto, pase lo que pase vamos a salir de todo esto y seguramente haremos todo lo posible para que las cosas cambien, para que las reformas que sean necesarias se den. Para exigir y construir un nuevo orden de respeto con la naturaleza y con nosotros mismos. Confío en que será así y seguramente muchos estarán implicados en esos procesos y tocará mucha organización y sacrificio. En nuestro interior somos conscientes que este estado de pandemia no se resolverá en la próxima semana, ni en el próximo mes. Internamente hemos asumido que nos tomará todo el año y hasta un poquito más. No solo como país, también como Región y humanidad.

Sabemos que el proceso de cambio del sistema que desencadenó toda esta situación no será fácil. Los países más liberales y neoliberales del mundo han develado las carencias y miserias en la que sobrevivimos. Finalmente, se han confirmado lo que los anticapitalistas y ambientalistas venían denunciando durante décadas. No podrán negar que en estas últimas semanas en nuestro país se han develado las condiciones en las que el neoliberalismo nos ha sometido: no vivienda digna, marginalidad, abandono del sistema de salud público, educativo y de pensiones, gran economía informal, no garantía de los derechos laborales, no inversión en la agricultura familiar, pésimo sistema de transporte, vulnerabilidad y sobre-exposición de los Pueblos Indígenas, la situación irregular de las AFPs, etc, etc, etc. Tantas cosas que se han evidenciado, que explotaron en la cara del gobierno y en la nuestra.

Las reactivaciones de las economías (que es la preocupación de muchos) se hará a costa de la explotación humana y de la naturaleza. Todo estará justificado para devolver el crecimiento del PBI y recuperarnos. ¿Quiénes se recuperarán? Los vecinos y vecinas del Cerro de El Agustino y Comas que racionalizan lo poco que han logrado juntar para sobrevivir en esta cuarentena, a pesar de que tienen años trabajando más de 10 horas en las empresas o como ambulantes. O los mismos de siempre, que hoy gozan de una cuarentena privilegiada y tranquila, privilegios que fueron conseguidos a costa de la explotación de los trabajadores y la devastación de la naturaleza. ¿Permitiremos que la historia se repita nuevamente? Hoy es el momento de visibilizar y evidenciar todo lo que sufren nuestros pueblos y por lo que vienen luchando años.

Lo que nos toca vivir con esta pandemia solo es el principio de lo que nos espera. Podemos seguir pisando el acelerador del cambio climático o aprovechar esta crisis y luchar por detenerla. Este momento es el punto de quiebre, lo que sería la materialización de un momento previo antes de llegar a cumplir con el concepto enunciando por los científicos del IPCC como “el punto de no retorno”. Desde hoy toca pensar (a los que sobrevivamos): ¿Qué esperamos que sea este país de aquí a unos 20 años más? ¿Para quienes queremos ese país?.

El principio de incertidumbre es conocer los elementos de la realidad, pero no saber exactamente cómo desenvolverán. Es decir, no conocer lo que acontecerá con exactitud. Todo dependerá de cómo reaccionemos y cuanta voluntad quede para no volver a perder a nadie más, para que nuestros hijos e hijas no sean explotados y encuentren mejores condiciones para vivir una vida digna.

A pesar de que todo esto me trae esperanza, tengo miedo, mucho miedo. Miedo de no volver a ver a mi familia, de no volver a tener los almuerzos de los sábados en El Agustino, donde mi papá preparaba la comida, mi mamá ofrecía las cervezas o el vino y el helado de postre. Mis hermanos hacían las bromas más palomillas y contaban sus historias y “yaku el perro” se acomodaba debajo de la mesa para arrullarse mientras escuchaba nuestras conversas después de la comida. Tengo miedo a no volver a acurrucarme en la cama de mi Mamá Peta, de no volver a brindar con mis tíos y tías, de no ver a mis sobrinas crecer. Tengo miedo de que llegue Navidad y nos falten muchos amigos y amigas. Tengo miedo de que ustedes me falten o faltarles a ustedes.

No sé ustedes pero a mi la ansiedad me absorbió las primeras semanas, al punto de inmovilizarme. Principio de incertidumbre me repetía una y otra vez. Conocíamos de lejos lo que significaba en otras partes del mundo el aislamiento social, el colapso del sistema de salud, los anuncios diarios del gobierno con las cifras de infectados, muertos, carencias sanitarias y medidas gubernamentales para mitigar el impacto en la población y las inversiones. Esa misma incertidumbre fue la que me paralizó semanas, pensando que ese era el final de todo lo que había conocido hasta ahora. Sin embargo, el tiempo que te da el aislamiento y los mil métodos que encuentras para controlar el miedo y la ansiedad te dan elementos para darte cuenta que el inicio de la cuarentena era el principio del primer periodo, que consiste en elegir desde donde tomamos el encierro, con quienes decidimos compartir estos momentos y develar la inhumanidad en la que viven miles de hermanos y hermanas de nuestro país.

En esta segunda etapa del encierro toca acompañarnos en las pérdidas y entender el dolor que se vive desde el encierro, el dolor por no ver a tu familia o porque nuestros familiares empiezan a partir. Esta segunda etapa quizás sea el momento más crítico, el momento en el que empezaremos a darnos cuenta de nuestra inmortalidad y de lo urgente que fue, es y será transformarlo todo si queremos dar paso a la vida y la esperanza.


Escrito por

kanela23

Soy Mika de El Agucho, mujer, socialista, feminista y nieta de migrantes. Aprendí y crecí en diversidad,con gran respeto sobre la naturaleza


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